Vivimos en un mundo globalizado organizado y gestionado por tecnologías informáticas que nos exigen estar continuamente actualizándonos si no queremos ser arrojados fuera de ellas y, por tanto, quedar abocados al umbral de la muerte, puesto que no tener, no conocer o no utilizar códigos de identificación digitales equivale a no existir, a no ser nadie. La posible desconexión respecto de la red global manifestaría nuestra vulnerabilidad como sujetos, nuestra fragilidad existencial.

En tal contexto la búsqueda de la autonomía, es decir, la necesidad de ser conscientes de los mecanismos de este macro código, quizá sea el mejor antivirus que nos permitiría alejarnos del sentimiento de impotencia ante las crisis que el propio sistema genera para retroalimentarse.

En esta performance me adentro en las paradojas de la vida contemporánea desentrañando sus umbrales, sus capas, aceptando nuestra inevitable vulnerabilidad para transformarla en fortaleza que no se deja arrastrar por el sentimiento de impotencia ante el inexorable poder de un sistema que, ignorando nuestros deseos y necesidades, nos gobierna y nos globaliza.

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